jueves, 3 de mayo de 2012

La obra del Espirutu santo

La obra primordial del Santo Espíritu de Dios consiste en sembrar el amor de Dios Padre en los corazones de los redimidos por la sangre de su Hijo Yeshua el mesías, para que vivamos en conformidad con los mandamientos divinos. Cuando esto cae en el olvido, la gracia se malbarata y corrompe, llegando a convertirse en libertinaje, tal y como nos advierte la propia Escritura:
Judas 3-4: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor yeshua el mesías.”
La Sagrada Escritura es muy clara respecto a la labor del Espíritu Santo en el
discípulo de yeshua de Nazaret: Apocalipsis 14:12: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de yeshua.”
Los “santos” no son los meros “creyentes” que no viven el seguimiento de
Yeshua el mesias, pero que se arropan en la doctrina de la gracia barata, sin coste, sin sacrificio, sin entrega, sin arrepentimiento y confesión de sus pecados. Los “santos” son los fieles que viven en santidad. Es decir, los creyentes que guardan los mandamientos de Dios y la fe de yeshua el mesias.
No se trata, pues, de opciones: Los mandamientos de Dios o la fe de yeshua.
Los mandamientos de Dios nuestro Señor son el camino puesto delante de nosotros para recorrerlo con la mirada puesta en yeshua, el autor y consumador de la fe, bajo la dirección del Santo Espíritu. Apocalipsis 12:17: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los
mandamientos de Dios y tienen el testimonio de yeshua hamashiaj.”
El “resto” o “remanente” de los hijos de la “mujer”, figura apocalíptica para la
“iglesia verdadera”, está constituido por los fieles, descritos como los que guardan los mandamientos del Señor y tienen el testimonio de yeshua hamashiaj en su propia vida: Apocalipsis 19:10: “Yo me postré a sus pies (del ángel) para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de yeshua. Adora a Dios; porque el testimonio de yeshua es el espíritu de la profecía.”

Así comprendemos cómo el espíritu de profecía es rechazado en los círculos donde la gracia barata, convertida incluso en rotundo libertinaje, ha debilitado el testimonio de yeshua el mesias hasta descender a niveles grotescos.
Por el contrario al Santo Espíritu de Dios nuestro Señor, la estrategia del malo se fundamenta siempre, y tiene por objetivo, hacer que los humanos pequemos, es decir, desobedezcamos a Dios. Nosotros, por nuestra parte, hemos de tener muy claro que, como nos enseña la palabra apostólica, siempre seremos siervos de aquel a quien obedezcamos, de aquel que se enseñoree sobre nosotros y se adueñe de nuestra conciencia:
Romanos 6:16: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”
Tengamos muy presente que al malo no le importa en absoluto por qué
desobedezcamos al Señor. Lo que verdaderamente le importa es que lo hagamos, cualesquiera sean los agentes utilizados al respecto.
Esa fue la conducta paradójica de muchos de los religiosos que nuestro Señor
Yeshua hamashiaj encontró en esta tierra en los días de la carne, e igualmente la conducta de muchos religiosos de nuestros días, refugiados, no en yeshua, sino en las doctrinas de la gracia barata del protestantismo burgués de nuestros días: Mateo 7:21-23: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”
Creemos que es fundamental aclarar el sentido de la voz “maldad” en este texto, que en el original griego es sorprendentemente “anomia”, es decir, “sin ley”.
Muchos pueden quedar profundamente impresionados por las obras de algunos
hombres que pretenden ser siervos de Dios, y que incluso el Señor puede usar a favor de otros, pero que, sin embargo, no son realmente siervos dignos, sino
“hacedores de maldad”, cristianos de apariencia, cuyas vidas pueden estar muy
alejadas del camino de santidad que Dios quiere y tiene para sus hijos e hijas.
Mateo 15:7-9: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este
pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me
honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de los hombres.” (Isaías
29:13).
Tengamos siempre muy presente que Dios no puede ser burlado. Él sabe todo
cuanto hay en el corazón de los hombres.
Recordemos la respuesta del Señor a Samuel respecto a David:
1º Samuel 16:7: “Y el Señor respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo
grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque el Eterno no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mura el corazón.”
De ahí se desprende que para nuestro bendito Salvador yeshua hamashiaj la obediencia es la forma más elevada de adoración a Dios. Nuestras liturgias jamás podrán conmover el corazón del Señor, pues lo que Dios demanda de nosotros no son altas funciones rituales, sean de formas cúlticas establecidas por las iglesias más tradicionales, o sean las aparentes formas extemporáneas de nuestro medio evangélico.
Recordemos la clara enseñanza que se desprende las palabras proféticas de
Miqueas 6:6-8: “¿Con qué me presentaré ante el Señor, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará el Señor de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide el Señor de ti: solamente hacer justicia; y amar misericordia; y humillarte ante tu Dios.”
Seguramente, amigo lector, te sonarán familiares las siguientes expresiones, que Con frecuencia se oyen  en los programas de los predicadores conocidos como “tele-evangelistas”, que en la mayoría de los casos, se trata de llamados “ministerios” no sujetos a ninguna iglesia, y cuyas formas, maneras y estrategia se han ido extendiendo por gran parte del amplio espectro evangélico: “¡Sonríe si amas a Cristo!… ¡Levanta tus manos si amas a Cristo!…¡Di Aleluya si amas a Cristo!... “Di conmigo ‘¡gloria a Dios!’ si amas al Señor”… Y toda una larga letanía de frases estereotipadas que llegan a formar una especie de mantra muy alejado de la sencilla adoración  que se desprende del Nuevo Testamento.
Pero nuestro Señor yeshua hamashiaj nos ha dicho de la forma más llana y directa en el Evangelio la única y exclusiva manera en que Él anhela ser amado por sus discípulos: Juan 14:15: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.”
Y la palabra apostólica nos confirma las palabras de yeshua en 1ª Juan 1:3:
“En esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.”
Nosotros, que amamos a yeshua porque él nos amó primero, como nos asegura 1ª Juan 4:19, naturalmente que le adoramos, le alabamos, y podemos reír, llorar, levantar nuestras manos, aplaudir, cantar coritos modernos, himnos de la tradición, canciones actuales… Pero nada, absolutamente nada de eso podrá substituir el amar a nuestro Señor guardando sus mandamientos.
Bendiciones en el nombre de
Yeshua hamashiaj nuestro señor

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